El Silencio
Jose María Yturralde
Como la lluvia fina que exige una atención distante, pero alojado en su interior difuso y exacto, quisiera poder aventurar aquella leve presencia sin espacio, mejor que intentar describir esa nada, con estas palabras seguramente vacías.
Recojo de un gran músico "La idea del Norte", como una arcadia-refugio silenciosa,desierto helado acogedor para una tremenda individualidad agobiada, como era Glenn Gould buscando el silencio absoluto, el fondo que llenara los intervalos musicales sin interferencias, demostró la inutilidad de esta presunción, descubriendo que hasta en los más remotos parajes la tranquilidad se puede conmocionar ante el paso de un avión, o por los distintos sonidos propios de la naturaleza, el viento, a veces terrible, los animales, el crujido del hielo en sus movimientos. ()
Roto también el ideal de Thoreau, su cosmos lacerado por las incesantes redes que la aldea global extiende, demuestran el lado conceptual de una noción de algo que no existe, el silencio estrictamente puede no ser, acaece como un vehículo de la intuición. Es sabido que ni siquiera ocurre en una cámara anecoica, donde se escuchan los sonidos de nuestro propio cuerpo.
Pero esta idea esencial para la vida o el arte no deja de fluir en nuestra existencia, marcando ritmos y conductas vitales que se expresan naturalmente en las artes. ()
Grises, azules y negros, el empleo de esas tonalidades indica una seria necesidad compensatoria en la zona más extrema de la personalidad. El negro sobre azul que restablece la armonía perturbada, la inquietud compensada por la armonía. Los grises y los negros juntos, la radical ausencia de toda agitación, una suerte de mirada entrópica al vacío que denota la necesidad fisiológica de pausa, calma espiritual, deseada aproximación al tiempo detenido, a la complejidad de lo simple, al inicio, suave arranque de lo espacial, hasta la música de las esferas, la silenciosa traslación planetaria, estelar, en los quizás infinitos, multidimensionales macro-micro universos apenas entrevistos o soñados.
El gris, ni claro ni oscuro, ni frío ni cálido, neutro como una frontera, un límite entre contrarios o afines, espacio sin entrega, inerte, sin compromiso, imparcial, ese no tener que ver con nada necesario para vaciar la mente y el espíritu y prepararlo para una posible y repentina iluminación.
Publicado en Contrastes
Como la lluvia fina que exige una atención distante, pero alojado en su interior difuso y exacto, quisiera poder aventurar aquella leve presencia sin espacio, mejor que intentar describir esa nada, con estas palabras seguramente vacías.
Recojo de un gran músico "La idea del Norte", como una arcadia-refugio silenciosa,desierto helado acogedor para una tremenda individualidad agobiada, como era Glenn Gould buscando el silencio absoluto, el fondo que llenara los intervalos musicales sin interferencias, demostró la inutilidad de esta presunción, descubriendo que hasta en los más remotos parajes la tranquilidad se puede conmocionar ante el paso de un avión, o por los distintos sonidos propios de la naturaleza, el viento, a veces terrible, los animales, el crujido del hielo en sus movimientos. ()
Roto también el ideal de Thoreau, su cosmos lacerado por las incesantes redes que la aldea global extiende, demuestran el lado conceptual de una noción de algo que no existe, el silencio estrictamente puede no ser, acaece como un vehículo de la intuición. Es sabido que ni siquiera ocurre en una cámara anecoica, donde se escuchan los sonidos de nuestro propio cuerpo.
Pero esta idea esencial para la vida o el arte no deja de fluir en nuestra existencia, marcando ritmos y conductas vitales que se expresan naturalmente en las artes. ()
Grises, azules y negros, el empleo de esas tonalidades indica una seria necesidad compensatoria en la zona más extrema de la personalidad. El negro sobre azul que restablece la armonía perturbada, la inquietud compensada por la armonía. Los grises y los negros juntos, la radical ausencia de toda agitación, una suerte de mirada entrópica al vacío que denota la necesidad fisiológica de pausa, calma espiritual, deseada aproximación al tiempo detenido, a la complejidad de lo simple, al inicio, suave arranque de lo espacial, hasta la música de las esferas, la silenciosa traslación planetaria, estelar, en los quizás infinitos, multidimensionales macro-micro universos apenas entrevistos o soñados.
El gris, ni claro ni oscuro, ni frío ni cálido, neutro como una frontera, un límite entre contrarios o afines, espacio sin entrega, inerte, sin compromiso, imparcial, ese no tener que ver con nada necesario para vaciar la mente y el espíritu y prepararlo para una posible y repentina iluminación.
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